Sabíamos que en la tierra del sol y del vino existía una afamada “perlita”, como la catalogamos en nuestro ícono de vinos.
Yacochuya está a sólo 8 kilómetros de Cafayate, con la particularidad de encontrarse a 2.035 metros sobre el nivel del mar, lo que hace de su terroir algo único e inigualable. Así lo pensó el prestigioso enólogo de Pomerol, Michel Rolland, al asociarse con Arnaldo Etchart para explotar 16 hectáreas que se extienden sobre las laderas de la precordillera salteña.
Cerca de las cinco de la tarde, nos esperaba en la finca Marcos Etchart. Como nos había anticipado, era la mejor hora para admirar el paisaje de las viñas que llegan hasta el río Yacochuya, “agua clara” en lengua quechua.
Es un rincón privilegiado de una de las regiones vitivinícolas más altas del mundo. Y es la cuna de oro para dos de los tintos más excelsos del país: el San Pedro de Yacochuya, malbec con un toque de cabernet sauvignon, y el premium Yacochuya, sólo sin adjetivos pero con la mismísima firma de Rolland.