Recóndito. No existe palabra más apropiada para definir Tacuil, increíble lugar enclavado en pleno Valle Calchaquí, específicamente en Molinos, Salta. Allí, tierra adentro, la familia Dávalos descubrió una zona apta para la vitivinicultura extrema y un terruño asombroso para la producción de vinos de altura.
El desafío empezó hace tiempo: la historia familiar ligada a las vides se remonta a mediados de 1800, cuando Ascensión Isasmendi de Dávalos, fundadora de la bodega más antigua del país, introdujo en el valle las primeras cepas extranjeras y el paisaje calchaquí cambió para siempre.
Las plantas se adaptaron a las nuevas condiciones impuestas por el suelo y el clima salteño, y evolucionaron favorablemente junto a la uva criolla. Los descendientes de doña Ascensión supieron acompañar con fidelidad el cuidado de las viñas a lo largo de los años y forjaron lo que hoy es una tradición.
Raúl Dávalos Goytia, quinta generación de viticultores, no fue ajeno a esta pasión de sus ancestros. En 1982 decidió radicarse en el valle y asumir la conducción de la bodega.
Con un temperamento desafiante, Raúl centró su filosofía en el concepto de terruño y llevó a un más lejos su apuesta al rechazar la crianza en roble, alegando que los vinos de Tacuil deben mostrar la originalidad de sus frutos en estado puro, sin la clásica influencia de los aportes de la madera. Fue, asimismo, impulsor pionero de la viticultura de altura, que distingue los productos del alto valle de Salta.
Y esta filosofía de elaboración es la que ha heredado la sexta generación de hacedores de vino de esta familia salteña.